Saturday, August 4, 2007

INSTRUCCIONES PARA IMITAR A CORTÁZAR

por Esteban Molina


Empieza con una pequeña cosquilla en el intelecto, algo como darse cuenta por uno mismo de una idea en realidad genial, como cuando al despertar sabes que don Quijote estaba loco. Después la forma más común de la continuación del acto mágico, es la punzada en los testículos, que debe haber aquejado a la mayoría de las estrellas de la literatura (excepto claro Marguerite Yourcenar y Simone de Beauvoir; sobre Colette tengo mis serias dudas). Más tarde (como a las catorce horas) el hambre acucia, y se impone un refrigerio moderado, no vaya a ser el diablo y la úlcera, ya se sabe. Pero todavía más tarde, suele pasar que uno se queda como con un pasmo atravesado entre ceja y cóccix, y ahí si no se puede hacer otra cosa que retomar el libro dejado indolentemente (nótese la gracia que añade la indolencia al acto de dejar) en el velador, justo antes de ceder a los desesperados ruegos de la amante y/o consorte (mejor que sea la misma). Un bonito volumen de cuentos de Maupassant, que incluye tus favoritos “La cabellera” y “Bola de sebo”. Quitas el separador y sin más, estás de la diégesis hasta el cogote; pero cuidado: no abras la puerta ni contestes el teléfono, so pena de tener que atender obligaciones y quedarte con la recochina duda. Una vez terminada la lectura de un número decente de páginas, y con la feliz conciencia del deber cumplido, puedes salir a caminar. Mientras lo haces, debes meditar en lo mal que está la juventud, y no dejes de mentarle mentalmente la madre al imperialismo yanqui, y ya que se habló de madres, piensa con admiración en las de la plaza mayo. No intentes conseguir esa marca impronunciable de tabaco que sólo existe en “Rayuela” (a lo mejor en París, pero como voy a saber si soy pobre), y consigue un poquitín de marihuana. Ya moteado piérdete en la ciudad, busca a la maga, pon cara de idiota frente a las vidrieras de los acuarios, escucha discos de Dizzy Gillespie; todo eso te acercará más al ideal. Y sobre todo, nunca pienses que estás perdiendo tu tiempo; siéntete genio, y escribe cosas que se te ocurran mientras esperas en las mesas de los cafetuchos de la zona de putas a que te traigan tu expreso. Compra una hopalanda que te quede grandísima, y enamórate, de preferencia de una mujer. Lo demás viene solito y natural, y en tres patadas escribirás grandes novelas y poemas decentes; cuentos ni se diga, que ahí es donde vas a brillar harto.Y consigue amigos en editoriales de prestigio; Porrúa es muy buena opción, pero no desdeñes a Seix Barral, que tiene sus buenas puntadas de vez en vez. ¡Ah, se me olvidaba! Habla pestes de Borges y maravillas de Faulkner; no falla…
Artículo publicado el domingo 19 de noviembre de 2006 en Diario del Istmo

3 comments:

Antonio Campoverde said...

Mis respetos, compañero, lo has hecho increíblemente. Aunque en ocasiones exagerabas y te ibas del tema, la imitación es de considerable valor. Felicitaciones. Púlete un poco más y danos más Cortazar al mundo. Que si no eres famoso por tu nombre como creador del estilo, al menos serás el mejor imitador de Cortazar que el mundo pueda tener. Algo así lo hizo Juan Montalvo con su única novela: Los capítulos que se le olvidaron a Cervantes. Es una imitación de valor incalculable y estará, por siempre, muy por encima de los Quijotes apócrifos.

Antonio Campoverde said...

Mis respetos, compañero, lo has hecho increíblemente. Aunque en ocasiones exagerabas y te ibas del tema, la imitación es de considerable valor. Felicitaciones. Púlete un poco más y danos más Cortazar al mundo. Que si no eres famoso por tu nombre como creador del estilo, al menos serás el mejor imitador de Cortazar que el mundo pueda tener. Algo así lo hizo Juan Montalvo con su única novela: Los capítulos que se le olvidaron a Cervantes. Es una imitación de valor incalculable y estará, por siempre, muy por encima de los Quijotes apócrifos.

Antonio Campoverde said...

Mis respetos, compañero, lo has hecho increíblemente. Aunque en ocasiones exagerabas y te ibas del tema, la imitación es de considerable valor. Felicitaciones. Púlete un poco más y danos más Cortazar al mundo. Que si no eres famoso por tu nombre como creador del estilo, al menos serás el mejor imitador de Cortazar que el mundo pueda tener. Algo así lo hizo Juan Montalvo con su única novela: Los capítulos que se le olvidaron a Cervantes. Es una imitación de valor incalculable y estará, por siempre, muy por encima de los Quijotes apócrifos.